Una joven se asusta ante la aparición de un ser alado. Ambos personajes ocupan casi toda la extensión del lienzo, pero la claridad de los tonos y el ambiente natural evitan la sensación de opresión. Las flores blancas y los árboles remiten a la primavera y ésta al nacimiento de la Vida.
Un Eterno que siempre Comienza.
Un Eterno que siempre Comienza.
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Javier Nebot