Después de matar al dragón, San Jorge cumple casándose con la princesa rescatada (del peligro, del horror, quizás del vicio).
La rescatada reposa sobre el héroe y marido. Un reposo incómodo ya que la armadura de metal del caballero no parece ser lo que se dice confortable. Sin embargo ella -entregada- se muestra más que dispuesta a demostrarle su devoción dejándole un mechón de su larga caballera prendido en la misma.
En la parte posterior derecha la cabeza del dragón es testigo mudo del casamiento.
Acuarela, 36 x 36 cm
Londres, Tate Gallery.
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