Una Anunciación clásica en todos sus términos (incluye los símbolos habituales desde la Edad media), aunque haya sido pintada a finales del siglo XIX.
El arcángel Gabriel se aparece a María apoyado sobre una nube para comunicarle el mensaje divino, a la vez que le ofrece la tradicional flor blanca. Sus palabras aparecen escritas en la cinta blanca que le rodea: Ave gratis plena Dominus tecum-Llena eres de gracia, el Señor es contigo (Lucas 1,28).
La Virgen recibe y acepta, entre sumisa y plenamente consciente, la comunicación celestial: Ecce ancilla domini-He aquí la esclava del Señor.
El Espíritu Santo ilumina la figura de la Doncella, representando la Encarnación de Cristo.
La pureza de María se significa a través de la azucena y de la valla que hay detrás de ella poniendo coto y límite al jardín -hortus conclusus- (símbolo de castidad).
Una solitaria manzana, en el lado derecho del lienzo, simboliza a Eva, madre "fallida" de la humanidad y señalan a María como la nueva Madre Redentora.
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